Requiem

jueves, 27 de diciembre de 2007

Que hermosa te ves recostada, ahi sobre el lienzo blanco y terso, envuelta en palabras de amor nunca confesado; a tu alrededor los claveles del blanco ardiente, rosas para armonizar el contraste, y tu corona como toda una princesa, una corana de flores que en tu cabeza de cabellos risos no se posa.

Que hermosa, mi dulce durmiente, tan tranquila y serena, como si no supieras que mañana por la mañana es tu mausoleo. Mañana nadie te volvera a ver, nadie recordara quien eras.

Mi hermosa durmiente, ahora estas muerta.

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